Partes de una bicicleta

 

La bicicleta es un vehículo de dos ruedas propulsado por una fuerza motriz que se aplica mediante el pedaleo y que se utiliza para muy diversos fines. Desde que en 1817 el barón de origen germano Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn inventara la primera máquina andante lo más parecido a lo que hoy en día se conoce como bicicleta, que se le llamó draisiana en su honor, han pasado dos siglos en los que este artilugio ha evolucionado enormemente.

En este tiempo se han conocido muchos y muy diversos modelos, cada uno de los cuales mejoraba las prestaciones del anterior, y se ha conseguido tal avance y precisión que, actualmente, en el mercado se pueden encontrar una gran cantidad de prototipos, dependiendo del uso para el que la bicicleta vaya a ser destinada.

Sobre todo, desde la segunda mitad del siglo pasado, cuando comenzaron a aparecer las primeras bicicletas fabricadas específicamente para transitar por la montaña, y aquellas pensadas para las carreras, y adaptadas para circular por la carretera.

Si en la antigüedad los primeros artilugios que más se parecen a una bicicleta, como el celerífero o el velocífero, eran bastante rudimentarios y se componían de pocas piezas, actualmente estos vehículos cuentan con un sinfín de elementos, cada uno de los cuales sirve para cumplir con una función determinada y ofrecer una serie de prestaciones a los usuarios.

No obstante, la mayoría de los fabricantes tienen como prioridad la simplicidad y la ligereza, de ahí que un porcentaje alto de bicicletas tengan un número visible y limitado de componentes, que en este artículo se van a desgranar.

Lo normal es que dispongan de un cuadro, también conocido como chasis o bastidor, que sirva como estructura de soporte para el resto de componentes, dos ruedas, de idéntico o diferente tamaño, y una serie de elementos motrices imprescindibles como los pedales, la cadena, los frenos, los ejes, los piñones o los platos.

El manillar o el sillín son piezas igualmente imprescindibles, que pueden ser reemplazables y ajustables. Y, además, suelen contar con una serie de accesorios que generalmente son fáciles de adaptar por los propios usuarios, como pueden ser las luces reflectantes, los timbres o los soportes para llevar una botella.

Las piezas que componen una bicicleta básica

Componentes como los guardabarros, los puños, el guardacadena, la bomba de inflar o la cinta de manillar suelen estar incluidos en todas y cada una de las bicicletas que se fabrican en el mundo. Algunos como la suspensión o el velocímetro, aunque son accesorios más secundarios, también están muy extendidos y, hoy por hoy, es complicado encontrar una bicicleta que no los incorpore.

A lo largo de este artículo se van a desgranar y describir todas y cada una de las piezas que componen una bicicleta básica, y también se centrará en aquellas que son más secundarias o específicas, y que pueden estar incluidas en algunos prototipos, dependiendo del uso para el que estén destinados, o por el contrario no formar parte de su estructura.

El cuadro

Es, sin duda, una de las partes de una bicicleta que más importancia adquiere, puesto que se trata de la estructura que va a soportar el resto de componentes de la bicicleta, así como el peso del ciclista. También se le puede conocer como el chasis, marco o bastidor, dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos.

Debe contar con la suficiente rigidez para aguantar grandes esfuerzos. En las bicicletas de generaciones anteriores, cuanto más grande era el cuadro menor era la rigidez que aportaba, pero ese inconveniente ya se ha salvado en los últimos tiempos con el uso de materiales como la fibra de carbono, que además permite otros muchos diseños.

Generalmente, los cuadros suelen ser de doble suspensión o rígidos. Y hay diferentes tipos, dependiendo de si se va a utilizar la bicicleta para la montaña, el ciclo cross, el BMX, la competición en carretera, la pista o como vehículo de paseo para la ciudad.

Los más comunes son los que se conocen como cuadro diamante, y se basan, principalmente, en las bicicletas de seguridad. Se trata de un triángulo principal y otros dos triángulos más compuestos por tubos más finos que van en la parte trasera.

Los materiales de los que suelen estar fabricados son metales refinados como el aluminiotitanioaceromagnesioescandio cromoly; y también otros compuestos de fibras estructurales adheridos con cola u otros adhesivos plásticos, tales como la fibra de vidrio, la fibra de carbonoaramida espectra; así como de materiales naturales como la madera o el bambú.

El tamaño del cuadro, su geometría y los componentes van a depender del tipo de bicicleta del que se trate y la función específica que se persiga.

Las ruedas

Suelen estar compuestas por un neumático de caucho que contiene en su interior una cámara de aire, generalmente fabricada con este mismo material. Este neumático va montado sobre una llanta y un buje central, con una serie de radios que conectan ambas partes.

Las bicicletas más comunes disponen de 36 radios, aunque dependiendo del uso para el que estén destinadas pueden llegar a tener 32, si lo que se persigue es que sean más ligeras, o incluso desde 40 hasta 48 radios, si van a ser utilizadas para el reparto.

Cuanto menos peso tiene la rueda de una bici, más rápido y sencillo es su manejo y mayor su velocidad de aceleración. Por lo tanto, las bicicletas que se fabrican para la carretera y para la pista suelen ser muy finas y ligeras, mientras que las de montaña, que van a transitar por terrenos abruptos con rocas y múltiples depresiones, suelen incorporar ruedas más robustas, con neumáticos que se parecen más a los de una motocicleta de motocross o de una escasa cilindrada.

Los tamaños cuentan con una serie de estándares regulados por la Organización Técnica Europea de Neumáticos y Llantas y la Organización Internacional de Normalización, y también van a depender del uso que vaya a tener la bicicleta.

La cadena

Se conoce también con el nombre de transmisión, porque es la pieza que permite que la fuerza del movimiento aplicado a los pedales se traslade hasta las ruedas. Se compone de una serie de rodillos que transfieren el empuje desde los pedales hasta la rueda propulsora, y requiere de un mantenimiento preciso para que no se rompa o deje de ofrecer el rendimiento adecuado.

La transmisión debe estar correctamente lubricada, y es importante que se limpie cada cierto tiempo para evitar que la suciedad incrustada forme una especie de mezcla abrasiva que termine por desgastarla y estropearla. En el mercado hay lubricantes a base de teflón o de cera que son más limpios que los aceites, puesto que impiden la acumulación de suciedad.

El sillín

También conocido como asiento, es uno de los tres puntos de contacto de los que se compone una bicicleta, además de los pedales y el manillar. Su diseño es similar al de la montura de un caballo, de ahí que no soporte todo el peso del usuario, ya que la carga se reparte entre otros puntos de contacto.

Por lo general, suelen incorporar un sistema por el cual la altura puede ser ajustada mediante la tija telescópica que se encuentra dentro del tubo del asiento. Estos se unen a la tija de sillín, un tubo que sirve para conectarlos con los citados tubos del asiento del cuadro de la bicicleta.

Al igual que sucede con otras partes de una bicicleta, pueden ser de diferentes diseños y modelos, dependiendo del uso que se les vaya a dar y de las preferencias de los usuarios. Hay sillines delgados, duros y ligeros para reducir el peso de la bicicleta, y suelen ser los que incorporan las que están pensadas para la velocidad, y otros más anatómicos, grandes, cómodos y moldeables, fabricados con geles de elastopolímeros que se amoldan a la figura del usuario.

Los pedales

Se trata de componentes de apoyo que sirven para hacer girar las cadenas haciendo posible el movimiento de las ruedas. Giran sobre un eje que está anclado a la biela, y se componen básicamente de dos partes: la de apoyo, donde se colocan los pies, y el eje, que sirve para sujetar el pedal a la biela.

Actualmente, suelen estar fabricados de fibra de carbono, aluminio, plástico o hierro, y muchos modelos disponen de un enganche que se utiliza para aplicar fuerza durante la subida, y que suelen ser piezas rígidas de plástico o bien una sujeción mediante tiras de cuero u otro material de similares prestaciones.

Los ciclistas profesionales utilizan bicicletas con pedales automáticos, que quedan enganchados a unas zapatillas diseñadas específicamente para la práctica del ciclismo (generalmente rígidas para poder aplicar mayor esfuerzo), y que no se sueltan al levantar el pie.

Platos y bielas

Los platos y las bielas componen lo que también se conoce como el bielado o conjunto bielar, y conforman un elemento que sirve como propulsor de la transmisión de la bicicleta. A través de estas piezas se convierte el movimiento de las piernas del ciclista en el movimiento de rotación que se necesita para mover la cadena de la bicicleta, que a su vez hace girar la rueda trasera.

El conjunto bielar se compone de uno o varios platos unidos a las bielas, que son las piezas a las que van conectados los pedales; a través de los cuales se conecta con el conductor. El bielado se une al cuadro de la bicicleta mediante el eje pedalier, y a la corona trasera de la bicicleta, a través de la cadena.

Las bielas son las piezas que transmiten la potencia de los pedales a los platos, y las hay de diferentes tipos y tamaños para adaptarse a las necesidades de cada usuario. Normalmente, suelen tener una longitud de manivela que va desde los 165 a 180 milímetros de largo con intervalos ascendentes de dos milímetros y medio, si bien el tamaño más común es el de 170.

Los platos, por contra, están compuestos de engranajes que se enganchan a la cadena y sirven para transmitir potencia a la rueda trasera, y, por lo general, tienen dientes espaciados que sirven para engranar todos los eslabones de la cadena.

En las bicicletas que disponen de varias velocidades, lo normal es que el plato más grande se encuentre en el exterior de la bicicleta, mientras que el más pequeño en el interior. Los platos varían en tamaño desde los 20 dientes hasta los 55, aunque algunos prototipos de bicicleta incluyen modelos con un dentado todavía mayor.

También hay de diferentes anchuras nominales, dependiendo del modelo de bicicleta, el número de velocidades y la actividad para la que haya sido fabricada las bicicleta. Platos y bielas quedan unidas a través de una serie de tornillos especiales, de tres a cinco, por lo general, con sus correspondientes tuercas.

Los piñones

La mayoría de las bicicletas incorporan piñón libre, conocido también como rueda libre, que es un mecanismo que hace posible que un eje gire con libertad en un sentido mientras es engranado en el sentido contrario. Esto significa que este tipo de piñón permite que el ciclista deje de pedalear y la rueda siga girando, y no se frene ni tampoco se bloquee.

Todo lo contrario a lo que sucede con las bicicletas que incorporan un piñón fijo, que suelen ser las de una sola marcha. En este caso, el usuario no puede dejar de pedalear porque la bicicleta no tiene punto muerto, y mientras la rueda trasera esté en movimiento, la cadena y los pedales girarán en el mismo sentido. De ahí que para frenar sea necesario hacer fuerza inversa al sentido de la marcha, o también ir marcha atrás.

El piñón fijo se utiliza sobre todo para bicicletas de pista, ya que aporta ligereza y sencillez y el mantenimiento es bastante sencillo. Sus principales ventajas son su simplicidad mecánica y la efectividad en la transmisión de la fuerza, que no permite pérdidas, como sí ocurre con aquellas que disponen de piñón libre.

Entre sus inconvenientes están que aumenta la dificultad del pedaleo conforme mayor tiempo pasa el usuario sobre la bicicleta, y que en las pendientes de descenso se complican las cosas ya que el ciclista ha de girar las bielas a una gran velocidad, o también ir utilizando los frenos para que la bicicleta aminore la marcha y no se dispare.

Por contra, los piñones libres giran libremente en una dirección y se mantienen solidarios en la dirección contraria, lo que facilita el pedaleo del usuario durante rutas largas. Se emplean una especie de trinquetes que son empujados por un muelle para que estos se engranen con el resto del mecanismo que transmite la potencia, en la dirección de giro en la que se realiza dicha transmisión.

El manillar

Es otra de las partes más importantes de la bicicleta, por cuanto se trata del elemento que sirve para dar dirección a la marcha. También se conoce con el nombre de manubrio, y hace las funciones de volante. Además, es un punto de soporte del peso del ciclista, según su posición durante la conducción, y es el lugar en el que se montan las palancas de freno, las palancas de cambio, las luces, los timbres y otros accesorios como los contadores digitales de kilometraje, que hoy día incorporan sofisticados sistemas de GPS, sensores que calculan las calorías consumidas y las pulsaciones, así como el ritmo medio y la velocidad a la que se circula.

Al igual que ocurre con otras partes de una bicicleta, hay diferentes modelos de manillar, cada uno de los cuales ofrece una serie de prestaciones, en función del uso para el que esté fabricado cada prototipo. Hay manillares ideados para las bicicletas de paseo, que suelen ser planos; también manillares de bigote, de cuerno, porteur, para bicicletas de carretera, o también para las que se utilizan en triatlón, trekking o para hacer turismo.

La horquilla

Es una pieza formada por el tubo de dirección, que sostiene la potencia (que a su vez sujeta el manillar al tubo frontal que compone el cuadro), y unos brazos que ejercen la función de sujetar los bujes de la rueda delantera.

Dicho tubo de dirección se une al frontal del cuadro a través de una serie de rodamientos que permiten la articulación del giro en la rueda delantera, conocida como la rueda directriz porque es precisamente la que dirige el cambio de sentido de la marcha. Este conjunto de rodamientos es a lo que se le llama dirección de la bicicleta.

Cada tipo de bicicleta requiere de una horquilla con unas características específicas. Así, por ejemplo, las bicicletas que se usan para competir en carretera utilizan horquillas de aluminio o de fibra de carbono. Su tamaño debe ser preciso y adaptado a ruedas de 25, 26 y 27”. Cuanto más fina es en la base, menos vibraciones absorbe, mientras que cuanto más ancha sea en su parte superior, más resistente y sólida será.

Este tipo de horquillas no están pensadas para sufrir ningún tipo de golpes, de ahí que aporten una gran ligereza a la bicicleta. Las de montaña, por ejemplo, incorporan horquillas más cortas y anchas, puesto que están preparadas para ruedas de 26” (559 milímetros). Este tipo de horquillas son más sencillas y suelen llevar suspensión, por aire a presión, elastómeros o aceites. Estas horquillas permiten regular su bloqueo, la dureza y el rebote, y suelen estar fabricadas de aluminio o acero.

Los frenos

Son el elemento que hace posible reducir la velocidad, mantenerla o parar por completo la bicicleta. Hay muchos tipos de freno, cada uno de los cuales emplea un sistema de accionamiento particular y ofrece unas prestaciones características.

Entre los actuales están los de llanta, entre los cuales se encuentran varios modelos como los calipercantileverV-brake y otros diseños alternativos; los frenos de buje (que a su vez se dividen en los frenos a contrapedal y los de tambor), y los frenos de disco.

También hay varios tipos según su mecanismo de activación, que puede ser hidráulicomecánico o mediante una serie de palancas. Cada tipo de freno es ideal para un tipo de bicicleta característica y ofrece una serie de ventajas e inconvenientes determinados.

Los puños

Son el elemento de sujeción de la bicicleta por parte del usuario, mediante los cuales controla sus movimientos. Es donde se colocan las manos, y también los hay de muchos modelos. Hay puños de cuerno, con acoples y extensiones que sirven para apoyar los brazos. Los hay ergonómicos, que amortiguan las vibraciones y evitan que las manos resbalen y puedan terminar encalladas, o bien que el usuario pueda llegar a perder el control de la bici. En este sentido, es aconsejable que no sean excesivamente rígidos.

Las ventajas de colocar cuernos, acoples o extensiones en los puños son que ayudan a sujetar la bicicleta en una pendiente ascendente y reducen el balanceo, y permiten variar la posición de las manos para evitar adormecimientos. Pero también presentan algunos inconvenientes, como que, al ser más grandes, pueden engancharse a cualquier elemento como un árbol y provocar una caída, suponen un peso adicional al conjunto de la bicicleta y, en caso de accidente o caída, pueden convertirse en un arma peligrosa, de ahí que se aconseje llevarlos con las puntas romas.

Eje pedalier

Dispone de un cabezal que sirve para unir las bielas con los platos y los pedales, y su función es la de girar sobre los rodamientos de la caja, que está conectada al tubo del asiento, las vainas y el tubo inferior u oblicuo del cuadro de la bicicleta.

Los más comunes son de tres tipos. Por un lado, están los que son ajustables, los de cartucho sellado y los de una sola pieza, que generalmente es de acero y es el que incorporan normalmente las bicicletas playeras.

Otras piezas de bicicletas técnicas

Además de los elementos que se han ido describiendo a lo largo de este artículo y que componen una bicicleta básica, hay determinados prototipos de bicicletas que incorporan otra serie de piezas que aportan una serie de prestaciones específicas.

Las bicicletas de montaña, principalmente, cuentan con amortiguación tanto trasera como delantera. De esta forma se absorben las vibraciones y se reducen los riesgos de caída, ya que normalmente están pensadas para transitar por terrenos complicados.

Otros prototipos incluyen un sistema de cambios tanto delantero como trasero, que también se conoce como desviador. Se utilizan para efectuar el cambio de plato y arrastrar la cadena hacia la posición del contiguo y permiten disponer de un mayor control de la bicicleta.

Las hay también con manetas de cambio y de freno, que se encuentran en el manillar y aportan precisión y control al usuario. Las más sofisticadas cuentan con levas, que son un elemento mecánico que hace posible que el movimiento circular se transforme en un movimiento en línea recta a través del contacto directo a un seguidor. Se sujetan a un eje por un punto que no es su centro geométrico, y se pueden clasificar en función de su naturaleza, de manera que hay levas de traslación, desmodrómicas y de revolución.

La dinamo, por ejemplo, es un dispositivo que genera una corriente continua al transformar la energía que se produce con el movimiento mecánico de rotación del giro de la rueda delantera en energía eléctrica continua y variable. Si esa energía eléctrica es alterna, entonces se trataría de un alternador. Hay dinamos para bicicleta de muy diversos tipos.

Las más comunes son las convencionales, que se colocan en la horquilla y hacen contacto con la cubierta de la rueda. Y también están las dinamos en buje, que están dentro del buje de la rueda delantera y aprovecha mejor la energía, ya que produce menos pérdidas que las convencionales. Al tratarse de un dispositivo eléctrico, disponen de un determinado voltaje, resistencia, potencia e intensidad de la corriente de salida.

Diferentes accesorios

Conforme mayor calidad y precisión aporte una bicicleta, más opciones dispondrá de poder ser personalizada. Los modelos más caros permiten incorporar una gran cantidad de accesorios, de los que se hablará en este apartado del artículo.

Por ejemplo, las luces reflectoras, que se pueden adherir con sencillos mecanismos a una bicicleta de manera que facilite la conducción nocturna. Estas luces disponen de sistemas que permiten regular la intensidad, efectuar ráfagas y, por lo general, ofrecen una gran autonomía.

O los pies de cabra o caballetes, que no son más que palancas desmontables que se pueden colocar a la bici para dejarlas de manera rápida y segura sin tener que volcarlas sobre el suelo o dejarlas caer contra una pared, con el riesgo de sufrir daños que eso conlleva.

Es posible también llevar adherida una bomba, que se utiliza para inflar las ruedas, e incluso un kit de reparación de pinchazos y una cámara de repuesto, para salir del paso en situaciones en las que se sufre un contratiempo inesperado.

Hay bicicletas que incorporan un guardabarros, una pieza curva y acanalada que se coloca en la parte superior de las ruedas para protegerlas de las salpicaduras de barro. Se trata de un elemento que suelen llevar algunas bicicletas de montaña y BMX, aunque en la mayoría de los casos es una pieza que se puede montar para personalizar la bici, a gusto de cada usuario.

Otro accesorio que utilizan muchos usuarios que acostumbran a realizar largas rutas son las válvulas antipinchazo. Son dispositivos que regulan la salida de aire y que permiten circular durante unos kilómetros con una rueda que haya sufrido un pinchazo, para que de esta forma el usuario pueda acudir al taller más cercano a solucionar el problema o volver a casa sin la necesidad de llevar la bici a rastras.

El timbre es otro de los elementos que algunas bicicletas incorporan, sobre todo las de paseo y las urbanas, y que en otros casos es el propio usuario quien tiene la opción de colocarlo o no. También hay bicicletas que ya traen de fábrica un portabidones, y, en otros casos, es un accesorio que se puede añadir para mejorar las prestaciones.

Y, sobre todo, si la bicicleta va a estar parada durante prolongados espacios de tiempo, es conveniente utilizar soportes para bicis. No son más que anclajes que permiten fijarlas a la pared para que permanezcan en vertical, y las ruedas no soporten todo el peso del cuadro y sus componentes, puesto que los neumáticos pueden llegar a deteriorarse.

También se utilizan para mantener las bicicletas sujetas mientras se reparan o se les practica cualquier tarea de mantenimiento, como el engrasado de la cadena, por poner un ejemplo.

En el mercado hay muchos otros accesorios que ofrecen la posibilidad de incrementar las prestaciones de una bicicleta. Por ejemplo, las mochilas adaptables, que pueden colgarse en el cuadro y permiten guardar las llaves y otros efectos personales del usuario mientras se encuentra en marcha.

O los soportes que permiten fijar el móvil de manera que el usuario pueda tener a la vista su pantalla mientras está rodando, bien porque esté esperando una llamada o porque desee utilizar su sistema de GPS o, simplemente, ir escuchando música mientras.

También se pueden encontrar sistemas antirrobo, adhesivos reflectantes, cámaras de video, protectores de vainas, portabicicletas para transportarlas en el coche de manera segura…

En definitiva, una bicicleta es un vehículo que, a pesar de su aparente simpleza, se compone de una gran cantidad de elementos con sus características técnicas específicas, cada uno de los cuales con una función determinada. Dependiendo de la calidad del modelo y del uso para el que vaya a ser dedicado, muchas de las piezas son distintas, o se incluyen en algunas bicicletas y en otras no.

Hoy en día, la industria de la bicicleta ha experimentado una gran evolución, tanto a nivel técnico como en seguridad y comodidad, por lo que en el mercado pueden encontrarse numerosos accesorios y elementos que permiten personalizar cada modelo y que ayudan a incrementar las prestaciones que sirven para mejorar la experiencia de los usuarios sobre las dos ruedas.

 

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